Rios de dolor corren por el rostro anciano
de nuestra Madre Tierra; buscan
mineros enterrados en misérias;
llaman pescadores pobres
a multiplicar los peces prisioneros
de poderosas empresas extraterrenas;
aman en sus locas carreras
juventudes rebeldes gritando paz
y educación y recibiendo respuestas
de mortífero gas.
Los rios buscan la matriz de los mares
para engendrar semillas de amor
que germinen en almas de hombres y mujeres
libres, ahora esclavos voluntarios
de sociedades anónimas cuadradas,
muertas en cementarios de hipocresías.
El mar azul, verde y ajeno
con su alma de sal horizontal
espera los rios en puertos donde la rebeldia
se embarcará en aventuras finales
buscando utopias de mundos mejores
que esta miseria que momifica nuestras vidas,
de ancianos niños y de jóvenes viejos.
Amo conversar con árboles viajeros
que vuelan en verdes alas
buscando flores
donde versos de amores
sean volcanes recitando
fraternidades
y también revoluciones.
Amo hacer amor con mis silencios
amando mi soledad espacial:
soledad sin tiempos,
soledad sin espacios,
soledad plural,
soledad sin relojes
y menos calendarios.
Busco tus besos en desiertos
donde dejastes la sombra de tu cuerpo,
ahora transformado en recuerdo.
Busco mi paz perdida en juventud
nacida ayer para viajar
a lugares donde existan futuros,
donde sombras oscuras de dolores
humanos no oculten eternidades.
Sueño con cantos de mi infancia,
sueño desfilando igual que tormenta
libertando
esclavos sin escuelas
vegetando en selvas de conventillos,
donde entierran sus sueños
como si fueran nietos
nacidos muertos.
Digo hoy que no estoy triste
porque tengo mis brazos desnudos
sin el calor de tus senos de mujer amada
y camarada de rojas batallas
que mañana, sin falta,
nos llamarán.
Y allí estaremos caminando con los rios
de nuestra Madre Tierra,
secando sus lágrimas nucleares,
quemando los campos de guerras
donde el trigo, papas y jazmines
fueron expulsados por soldados de plomo
y políticos alimentados de corrupción moral.
Tengo hermanos en los cuatro
e infinitos puntos cardinales
ahuyentando mi soledad,
soledad que quiere verme llorar
y es por eso que no lloro
porque el remédio es la amistad
sin idiomas, sin fronteras, sin banderas,
sin esa cosa horrible que afea el sol
de la fraternidad:
la traición.
Voy a escribir poemas en cada rio
para que lleven la risa de la vida
a océanos donde madres y padres
enseñan a sus hijos a amar
extranjeros como si fueran hermanos
de una misma madre.
Voy a llenar las Iglesias vacias de Dios
con Padres Nuestros y Aves Maria
de verdad, sin el sucio metal
de falsa santidad.
Pablo Hernán Pinto Ballesteros (20/07/16)